Reflexiones

Me acuerdo que cuando nació mi hija era tal la alegría que tenía, que necesitaba hacérselo saber a mis amigos y hacerles partícipes de esa alegría, algunos disfrutaron igual que yo, bueno casi igual, y otros no tanto o bueno lo disfrutaron de una forma normal, lo que pasa es que para mí era tan grande la alegría que pensaba que a todo el mundo le afectaría de la misma manera.

Entonces me dí cuenta que cada uno tiene su vida y sus problemas, sus alegrías y sus tristezas sus penas y sus glorias y no les importa para nada la alegría o la tristeza de el de al lado. O les importa un tiempo límite, pasado ese tiempo establecido..... si te he visto no me acuerdo.

Esa misma sensación es la que tengo ahora, muchos sabéis que en el mes de abril falleció mi padre, recibí el apoyo, el ánimo y el consuelo de mucha gente, algunos estuvieron el fin de semana entero otros estuvieron un momento en el tanatorio, otros estuvieron en el entierro, otros ni estuvieron, eché en falta a algunas personas, bueno más que en falta.... lo que eché de menos fue tiempo, estuvieron el justo y el que dicta el "protocolo de las buenas maneras frente a un fallecimiento". Y ahora lo que siento es que yo sigo con la misma pena pero ya nadie te pregunta ¿que tal estás? ¿cómo lo llevas? es como si a la gente se le hubiera olvidado por lo que pasaste hace sólo cuatro meses y eso es lo que me entristece.

Ya lo sé que soy tonto, que me fío de la gente, que confío en la gente y que luego me llevo la decepción pero que le vamos a hacer, cada uno es como es.